jueves, 26 de julio de 2012

UNA FE EN EL MUNDO
-Entrevista realizada por Emanuel Rodriguez para Ciudad X-

Teorizas el presente, llevarlo a un punto de posible comprensión, esa parece ser la tarea que Javier Martínez Ramacciotti emprende en cada uno de sus poemas, un ejercicio de interpretación sensible de la realidad. El autor de "Fondo Blanco"(Alcion, 2011) prepara su segundo libro y, mientras tanto, esboza algunas otras teoría.

1. ¿Qué es la poesía?
En principio, y como para correr por la lateral, es la posibilidad de afirmar sin la necesidad de saber ni definir. Insisto con la afirmación: hay en todo poema que me conmueve una fe en el mundo, en el lenguaje, en los vivientes, aunque se trate de una fe minúscula y que siempre llega tarde. ¿No dice todo poema, mientras se aferra a lo dicho, que aún queda mucho por decir, casi todo? La poesía afirma. En medio del desastre y la inundación, trae un tótem entre sus manos que vemos desde lejos como una incandescencia de posibilidades, y luego desaparece. Un poema podría fundar una religión pero se hace niebla y tierra antes.

2. ¿Cómo le describirías Córdoba a un extranjero?
Es una ciudad imposible, que no cierra por ninguna parte. Es una mamushka que adentro tiene otra mamushka más grande que la anterior. Una ciudad que está formada por una fauna de fábula que sólo podría cristalizar en una ficción delirante de Laiseca y que, sin embargo, vota a sus representantes con un espíritu insoportablemente realista. Es una ciudad imposible por debajo que se hace posible por arriba.

3. ¿Cuál es la relación entre poesía y exceso?
Tengo-me lo hicieron notar- la recurrencia de comenzar mis poemarios con un verso más o menos con esta estructura: “abre los ojos y lo que ve…” Se podría pensar entonces que el poema comienza con el golpe del mundo en su exceso a un sujeto; pero hay algo antes, antes del poema y que es su condición: cerrar los ojos. El mundo es una autopista de doble carril por la que todo circula con velocidad: por un lado, la circulación del Capital; por el otro, la metamorfosis incesante de la materia. El poema es un piquete que detiene la circulación, que hace un impasse al exceso, pero para mejor decidir qué hacer, cómo seguir. “Corte de ruta y asamblea”, cantaban Las Manos.

4. ¿Cuáles son los peligros de la literatura?
Convertirse en la pretendida habla de la época. No tirar el tótem antes de entrar a la ciudad. O su inversa: invitarnos a un exilio del que no nos garantiza ningún regreso. Y hay que volver. Siempre hay que volver.

5. ¿Cuál fue tu sueño más literario?
Un sueño de ciencia ficción post-apocalíptica a lo Ballard en el que una máquina decretaba 24 Hs para una implosión del mundo a menos que alguien llegara a un tubo gigante en el que se debía insertar un objeto que, como una llave, apagaría el mecanismo de destrucción. Y yo era el héroe que recorría ciudades para llegar al tubo y, cuando finalmente lo lograba, sacaba “la llave” que resultó ser una cruz que al arrojarla al tubo se desintegraba y el mundo se salvaba. Una especie de Matrix cruzada con El Señor de los anillos con contenidos anti-cristianos sublimados.

6. ¿De qué desastres te has salvado últimamente?
Me salvé de El Desastre últimamente. Me salvé y me salvaron. Estaba cayendo y despegué los brazos de mi tórax para que me pudieran agarrar. Gracias por eso, a quien corresponda.

7. Si pudieras escribir un tratado filosófico… ¿qué título tendría?
“Acerca de La Felicidad: el tiempo por venir que ya está acá”

8. ¿Qué tiene de poesía la política argentina actual?
El Desierto sigue pero nos levantamos y comenzamos a hablar, a insultarnos, a no ponernos de acuerdo y a veces sí. La política reconoce que gira en torno a un vacío y despliega mitos y los interrumpe y los vuelve a poner en funcionamiento. Como la poesía, hay fe, hay exploración de la potencia del lenguaje, y hay ídolos sin rostro que levantamos y apedreamos con igual impunidad y felicidad.

9.- ¿Cuál fue la mejor repercusión de Fondo Blanco?
Cada mensaje, mail, comentario de desconocidos que me decía que el libro algo había hecho con ellos. Personas que no conozco o no interactúo y que, de cierta manera, son amigos lejanos.

10. ¿Qué estás escribiendo ahora? ¿Qué estás por publicar?
Tengo terminado un poemario sobre la mañana posterior al último día, la resaca del desastre y las posibilidades de abrir los ojos, ya sin herencia y filiación, y no tener miedo. Avanzar porque no hay nada atrás, temblando, sí, pero cada vez un poco menos. Y ya veremos cuando sale publicado. Eso es un azar que me excede por ahora.

11. ¿Cómo te gustaría despedirte de esta entrevista?
No me gustaría despedirme de nada, nunca. Que lo que alguna vez comenzó y me cruzó siga para siempre. Entonces, no me despido. Dejo unos versos, que son un gesto: “no tengo miedo. no tengo miedo./no estoy temblando aunque mi cuerpo muestre lo contrario./ estoy parado sobre la roca más alta del lugar/ giro sobre mi eje muchas veces/ nada cambia y todo es distinto ya. no entiendo ni quiero entender./ estoy sobre la roca sintiendo su palpitación/
que es la mía. / y aunque ya no haga falta decirlo ni una vez más lo hago:/ no tengo miedo.
y eso es todo y es ya demasiado./ casi diría mi gesto más contundente.”

lunes, 18 de junio de 2012

-***-




“¿había un pueblo?
no, había tierra
¿había gente, y animales?
no, había tierra
desierta
bíblica”

Martín Rodriguez
-*-

y es entonces cuando al despertar
levantás los párpados y aún tenés
una cortina de arena en las córneas
hace siglos que dormís
con los ojos entreabiertos espías
las horas que ya han ocurrido y no te pasaron
a vos, a mí, repetís varias veces hasta quedar afónico.
un puñado de arena en la garganta
se te atraganta cuando intentás comer los minerales ocultos
porque aún tenés un resto de confianza en lo que se esconde
porque no podés asentir que el panorama extendido
agota lo que hay al frente alrededor y detrás tuyo.
¿pensaste qué hacías acostado en una planicie de arena
si habías despertado de una resaca de noche
o habías nacido del huevo amarillo de un lagarto confundido?
buscás en la luz al fondo de tus ojos las imágenes
la herencia de alguna especie la materialidad de alguna palabra
el hervor de una insurrección el nombre de cierto pueblo.
y sólo ves una sol pálido que calcina lo que toca.

ya sin fe en nada que se ancle a la gravedad
decidís hacer lo que dijiste que nunca
te voltéas y quedás mirando para arriba

el cielo no está vacío el cielo no está vacío
pero lo que encontrás tampoco te tranquiliza.  

jueves, 5 de abril de 2012

Bienvenido al paraíso de la imagen
-reseña aparecida en Ciudad X de La Voz sobre "Me va a encantar el siglo XXI" de Mark Strand-

No es necesariamente cierto que la poesía deba regirse por las grillas temporales de los calendarios  pero quizá sea una sentencia atendible la que dicta que todo poema verdadero afronta la contemporaneidad,  traza sus luces y sombras, sus límites y posibilidades, nos propone una trinchera desde la cual comprometerse valorativamente a percibir y hablar el presente. Si esto es así, tenemos que  afirmar que “Me va a encantar el siglo XXI”(Gog y Magog, 2011), una selección y traducción  de poemas del escritor Mark Strand( uno de los poetas más importantes de la literatura norteamericana contemporánea, y con una relativa difusión en nuestra lengua) realizadas por Ezequiel Zaidenwerg, es un libro verdadero cuya lectura es impostergable ya que propone lúcidamente un sendero posible para la poesía del futuro que ya está aconteciendo.

Tras recorrer los desgarradoramente hermosos poemas de Strand, se me ocurre que hay dos operaciones reincidentes en sus escritos que bien pueden- aprovechando el título del libro- extenderse como una invitación a la poesía de este siglo inaugural, tanto para los que la escriben como para los que la leen críticamente. La primera característica sería la invención de una nueva Mitología poética impura: en sus poemas(como en sus ensayos y declaraciones) Mark Strand parece exigir de la escritura una fe y una voluntad creativa novedosa y maximalista, que se deshaga de su auto-impuesta sensación de vergüenza y su consecuente inclinación minimalista. Hay que fabricar un nuevo linaje poético, una mitología para el siglo XXI pero urdida, eso sí, con los retazos de las poéticas del siglo XX;  así uno puede observar cómo los poemas de Strand sin sentir la obligación de inscribirse en ninguna tradición poética disponible, abrevan en todas y funda su Mitología anudando sus despojos: la voluntad pictórica de un Wallace Stevens, la inclinación objetiva de Pound, el intimismo confesional de Ginsberg, la atención a los elementos de la naturaleza del neo-romanticismo, la invención imaginativa del surrealismo, todos conviven en sus poemas como matrices que se enlazan positivamente produciendo un artefacto expresivo singular, nuevo e imprevisible. Un artefacto, además, que al ser resultado de una reinvención hecha desde y con las ruinas no puede sino fundar una Mitología impura, interrumpida, que favorezca a una comunidad poética sin ortodoxia posible.

La segunda característica consistiría en una hipervaloración de la imagen como el operador central en la fabricación de la nueva Mitología poética del siglo XXI. Si, como afirma el filósofo Alain Badiou, el siglo XX estuvo atravesado por una “pasión por lo real”, este nuevo siglo- parecen sugerir los poemas de Strand- se encontrará consignado a una “pasión por la imagen”(los fantasmas, las figuraciones, los semblantes: lo sensible) por la cual la inclinación por lo real(el vacío, lo negativo, la muerte) no se evitaría sino que continúa, se mantiene y despliega por otros medios. Así, en los poemas se puede percibir el trazado continuo de imágenes (hermosos bloques compactos de sensaciones y afectos) que archivan una experiencia con la fugacidad intangible del mundo transformándola en una nueva y más perdurable forma de vivir(otro mundo).

En resumen, “Me va a encantar el siglo XXI” es un libro verdadero, al mismo tiempo contemporáneo y profético, que nos proponer una nueva Mitología poética para este siglo cuyo centro será la imagen: esa provisoria eternidad nacida al filo de las ruinas de cada existencia y que la sostiene en su fragilidad creando, no obstante, una estancia feliz donde las cosas y los vivientes conviven como separados de su materia mortal, aunque más no sea lo que dure un poema:
“Decime que no viví en vano/que las estrellas/no van a morir y que las cosas van a seguir siendo como son/que lo que he visto durará, que no nací/en el cambio, que lo que dije no lo dijeron por mí”


lunes, 19 de marzo de 2012

Los comentarios son virus del espacio exterior

Las explicaciones, cuando de algo importante se trata, nada explican. Pero quizá algo de contexto sirva. El martes 13 de marzo, luego de leer en el ciclo "Palabras de poetas", y de salir disparado ante la tradicional angustia post-lectura, me encontré con un chabón que se había quedado esperándome sólo para saludarme. No nos conocíamos personalmente pero gracias a la magia de Facebook eramos "amigos". Se presentó: Gabriel Pantoja. Después de charlar un rato, él me regaló una revista en la que participa( "Exordio"), y yo supe que le tenía que regalar mi libro, "Fondo Blanco"(Alción, 2011). Al otro día recibí un Inbox suyo con su lectura-experiencia de mi libro, un comentario virósico que incubó en mi mente hasta que supe que debía hacerlo público, porque de tan intenso ya no pertenecía a nadie, ni a mí ni a él, quizá al libro, es decir, a todos, a cualquiera. En la lectura había hablado de "una zona" que compartía con una amiga a la que daba leer mis textos, una zona afectiva incierta que no nos pertenecía y en la que nos encontrábamos de vez en cuando. Mi libro pertenece a esa zona, y el comentario de Gabriel, y Gabriel de ahora en más, también:

"Men. Tu libro es un monstruo. Esa noche del martes 13 no dormí, pero cuando me dormí soñé -afectado por un magnetismo incontrolable- con que todo el universo en el que yo creía moverme y me enredaba iba girando alrededor de una especie de pozo aljibe en un patio viejo y desde el agüita estancada de la superficie aparecía Pucky y Blanquito que lo llamaba a Pucky y mientras yo oía esos sonidos raros que ellos emitían la imagen de pronto se achicaba y se volvía del tamaño de mi mano y yo me llevaba el aljibe a mi boca, me lo tragaba de golpe, en un frenético fondo blanco y me atoré, había una cosa dura, o dos cosas duras, sentí esas dos cosas duras, no eran hielos pero sí tal vez alguna materia como salida del invierno, y me "acraganté" dije, y después me di cuenta que todo esto me cambió el habla, ese estado de cosas en un patio con un aljibe vuelto un vaso con dos cosas duras invernales y líquidas adentro y al mismo tiempo en mi mano me cambió la forma de mi mundo, duró un segundo y después otro segundo, y después de ese después advertí que el neologismo ("acraganté) se trataba de un término desplazado y ese desplazamiento era el fantasma de krakatao que me hablaba y decía “hay que aprender a caer”. Y me resbalé y no sé si aprendí pero aparecí en una cosa que no estaba bien en ser llamada vigilia, y me dije te tengo que escribir, pero qué carajo escribo. Y me dije puedo escribir eso que me pasó y la pregunta que me surgió en la somnolencia de lo que me pasó: ¿qué estado de cosas –de lectura- hizo posible pasajes de esta especie rara y tan cercana al mismo tiempo “los nombres que nos pusieron nunca fueron una carga; son el pedazo de tergopol al que nos vamos a aferrar cuando venga la inundación. Eso lo sé”; y yo me pregunté, medio atorado, cómo es posible que lo hayas sabido tan así y casi tan precisamente así, justo cuando en el tiempo de la inundación yo me estaba bebiendo un Yogui, o materias salidas del invierno, y cosas que empezaban a evaporarse y nombres que parecían pronunciarse en medio de la evaporación  mundos que eran símiles de unas dimensiones cuánticas y yo que estoy acá pero al mismo tiempo viajando en el único tren que atraviesa esta ciudad y….
Y una clave encontré al final: un libro de poemas el tuyo que agradece y de algún modo está dedicado a “todos los que aman la poesía por sobre los poetas, y al mundo por sobre todo lo demás”. Un poemario que se pronuncia en la borradura del nombre propio y a favor de las delicadas materias invisibles que tejen el texto que realmente nos habla. Y ese texto me habló.
Un honor leer cosas así, en serio.
Gabriel"

Y ya que estamos, los links de los cuatro otros virus cariñosos que me llegaron desde el espacio.

1- Fran Maccioni:

2- Gabi Milone:
 
3- Pablo Natale:
 
4- Emanuel Rodriguez: