lunes, 19 de marzo de 2012

Los comentarios son virus del espacio exterior

Las explicaciones, cuando de algo importante se trata, nada explican. Pero quizá algo de contexto sirva. El martes 13 de marzo, luego de leer en el ciclo "Palabras de poetas", y de salir disparado ante la tradicional angustia post-lectura, me encontré con un chabón que se había quedado esperándome sólo para saludarme. No nos conocíamos personalmente pero gracias a la magia de Facebook eramos "amigos". Se presentó: Gabriel Pantoja. Después de charlar un rato, él me regaló una revista en la que participa( "Exordio"), y yo supe que le tenía que regalar mi libro, "Fondo Blanco"(Alción, 2011). Al otro día recibí un Inbox suyo con su lectura-experiencia de mi libro, un comentario virósico que incubó en mi mente hasta que supe que debía hacerlo público, porque de tan intenso ya no pertenecía a nadie, ni a mí ni a él, quizá al libro, es decir, a todos, a cualquiera. En la lectura había hablado de "una zona" que compartía con una amiga a la que daba leer mis textos, una zona afectiva incierta que no nos pertenecía y en la que nos encontrábamos de vez en cuando. Mi libro pertenece a esa zona, y el comentario de Gabriel, y Gabriel de ahora en más, también:

"Men. Tu libro es un monstruo. Esa noche del martes 13 no dormí, pero cuando me dormí soñé -afectado por un magnetismo incontrolable- con que todo el universo en el que yo creía moverme y me enredaba iba girando alrededor de una especie de pozo aljibe en un patio viejo y desde el agüita estancada de la superficie aparecía Pucky y Blanquito que lo llamaba a Pucky y mientras yo oía esos sonidos raros que ellos emitían la imagen de pronto se achicaba y se volvía del tamaño de mi mano y yo me llevaba el aljibe a mi boca, me lo tragaba de golpe, en un frenético fondo blanco y me atoré, había una cosa dura, o dos cosas duras, sentí esas dos cosas duras, no eran hielos pero sí tal vez alguna materia como salida del invierno, y me "acraganté" dije, y después me di cuenta que todo esto me cambió el habla, ese estado de cosas en un patio con un aljibe vuelto un vaso con dos cosas duras invernales y líquidas adentro y al mismo tiempo en mi mano me cambió la forma de mi mundo, duró un segundo y después otro segundo, y después de ese después advertí que el neologismo ("acraganté) se trataba de un término desplazado y ese desplazamiento era el fantasma de krakatao que me hablaba y decía “hay que aprender a caer”. Y me resbalé y no sé si aprendí pero aparecí en una cosa que no estaba bien en ser llamada vigilia, y me dije te tengo que escribir, pero qué carajo escribo. Y me dije puedo escribir eso que me pasó y la pregunta que me surgió en la somnolencia de lo que me pasó: ¿qué estado de cosas –de lectura- hizo posible pasajes de esta especie rara y tan cercana al mismo tiempo “los nombres que nos pusieron nunca fueron una carga; son el pedazo de tergopol al que nos vamos a aferrar cuando venga la inundación. Eso lo sé”; y yo me pregunté, medio atorado, cómo es posible que lo hayas sabido tan así y casi tan precisamente así, justo cuando en el tiempo de la inundación yo me estaba bebiendo un Yogui, o materias salidas del invierno, y cosas que empezaban a evaporarse y nombres que parecían pronunciarse en medio de la evaporación  mundos que eran símiles de unas dimensiones cuánticas y yo que estoy acá pero al mismo tiempo viajando en el único tren que atraviesa esta ciudad y….
Y una clave encontré al final: un libro de poemas el tuyo que agradece y de algún modo está dedicado a “todos los que aman la poesía por sobre los poetas, y al mundo por sobre todo lo demás”. Un poemario que se pronuncia en la borradura del nombre propio y a favor de las delicadas materias invisibles que tejen el texto que realmente nos habla. Y ese texto me habló.
Un honor leer cosas así, en serio.
Gabriel"

Y ya que estamos, los links de los cuatro otros virus cariñosos que me llegaron desde el espacio.

1- Fran Maccioni:

2- Gabi Milone:
 
3- Pablo Natale:
 
4- Emanuel Rodriguez: