sábado, 19 de diciembre de 2015

VER NACER LA MAÑANA DESPUÉS DE MAÑANA

-palabras para "La mañana después de mañana" (Dínamo poético, 2015) de Javier Martínez Ramacciotti- 

Rocío Pavetti

Quisiera ponerle un nombre a quien alumbra la mañana después de mañana, poder llamarlo como a un amigo, pero de principio a fin aquí no se designa una historia personal que reclame un nombre. Será entonces como nos dice Viel Temperley  cuando se llama a sí mismo Adán en una de las citas que inauguran el libro. En esta obra, en este Edén de bolsillo, también camina un Adán, uno de los últimos adanes, uno de los adanes del fin, no del principio, porque, como nos advierte uno de los primeros versos, se trata de “el fin del mundo”.
Coleccionaría estos poemas como pequeñas esquirlas imaginarias de un horizonte que a primera vista prefiero llamar futuro. Pero es en una segunda mirada donde lo disperso se reúne bajo otra forma, es la visión que se cuela fractalmente con una lectura dibujada.
Hay una imagen que se repite  a través de estos poemas; es la de la cosecha. Una insistencia por recolectar lo que aparece a la vista como dado, pero fue en tierra, surco y semilla muchísimas presencias reunidas. Algo así como “las gracias” que están ahí ante todo y para nadie, extendidas pero sin esperar que alguien las señale con un dibujo o con una palabra. He dicho "gracias" pero tendría que haber dicho raíz, tierra, corazón, es decir, todo lo que se recoge y se inscribe en cada uno de los dibujos de “La mañana después de mañana”.
Se ha perdido en este paisaje las reglas que miden las distancias exactas entre las personas. Sigue habiendo un ciclo de día y noche que permite darle a la luz toda la espera porque se vaya y vuelva a aparecer, porque de una vez  se vaya y no vuelva a aparecer. Porque no olvidar que en el apocalipsis sigue habiendo los mismo espasmos involuntarios de los días. Y aquí, la verdadera sorpresa puede ser un estornudo, el grito afectado  de una piel cuya vida no aprendimos a controlar.
Y es en este paisaje que no deja de escucharse la voz sin nombre de uno de los adanes.
Su voz no es la voz apocalíptica derruida, no es un quejido, es a veces una media sonrisa articulada. Es la voz de un evangelista de piedras, un funambulista que hace equilibrio en su propio aliento sobre los restos crecientes de lo cansadamente vivo. En palabras de esa voz: “hay restos restos y más restos./Son sólo los escombros de mi voz”. La voz de alguien que en el apocalpisis prefiere aprender a mirar los restos antes que salvarse porque aprendió que “ningún día merece más de un día”.
Hace falta decirlo, no hay aquí un apocalipsis extraordinario con tomas aéreas de lo conocido derrumbándose. Decir sólo palabras frente a las ruinas es dar al viento el poder del mayor medio de transporte. Decir así es aceptar que el peso de las palabras depende del suelo dónde caen. 
No hay piedad, no hay salvación, no hay deseo de salvación. Pero sí hay un pedido a las gracias. Gracias que la misma voz sembró. Y ese pedido no conoce de ruinas. No porque las gracias sobrevivan intactas a cualquier ataque, sino porque hay en quien las mira una continuidad, como si toda concesión gratuita pudiera ofrecer como un bien el don de lo que muere y esta voz tejiera el cesto en el que viaja ese presente, este libro.

Nadie dialoga con  esta voz, no se pronuncia palabra que alguien escuche, en este escrito no hay diálogo entre presencias vivas, la voz habla, nadie contesta ni puede escucharse. Si hubiera un sonido humano quisiera que fuera el de alguien que le preguntara: ¿Qué belleza inventarás de nuevo la mañana después de mañana? Y quisiera que esa voz, despojada ya de cualquier forma asertiva, me respondiera: ¿Quién le sostendrá la mirada al milagro personal de las cosas germinando el día posterior a su fecha de vencimiento? Lo digo porque todavía siento un rasguño en la garganta.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Bossi-La Greca-Blatt



LOS POEMAS DE AMOR QUE EL COYOTE LE ESCRIBIÓ AL CORRECAMINOS
(Osvaldo Bossi, 1988)

Esta historia comenzó
hace mucho tiempo.
He perdido
la cuenta de los años,
y el Correcaminos
sigue delante de mí,
lejos de mí...
Sólo lo veo un instante
y esa pequeña ráfaga me basta
para alimentar el deseo
- la desaparición del deseo.

*

Antes
yo era un cachorro de Coyote.
No sabía bien
por qué sucedían las cosas.
Pensaba en su bello pulmón
y esa sola verdad
hería mi sangre
y me atormentaba.
Ahora no puedo seguir
al margen de Sigmnund Freud
y ciertas palabras que me queman.

*

El galpón que ves allí
estaba saturado de explosivos
y trampas
marca ACME
para aniquilarlo.
Mi urgencia por tomar
el bocado prohibido
suscitó la idea del crimen
¿o fue al revés?

*

Sueño mucho con el Correcaminos
y en las mañanas
es el pi-pip del despertador
el que me recuerda.
Con los ojos hinchados
y el cuerpo estremecido
por la caída
interminable en el abismo
recupero mi nombre de Cazador.

*

Sólo pido que me dé
la oportunidad de que le hable.
Que me deje explicarle
la fuerza de este amor.
Un instante tan sólo para mí.
Y que al decir pi-pip
sienta que no es una burla.

*

Mañana cumpliré
muchos años.
Mi único deseo es despertar
y ser el correcaminos.
Quiero mirarme
como él me ve.

*

Podría haber buscado 
el consuelo de las palabras.
Su punto de partida
hacia el mundo, su zona
cargada de poder y revelación.
Pero no, preferí ser
una horda viviente, una pesadilla
en la vida de mi amigo
-de mi amigo...
Una bomba de tiempo
instalada en mi corazón.

*

Fui demasiado lejos esta vez.
La bomba estalló
y pasé un mes corrido
con la inevitables
periódicas visitas,
recuperándome de mi ineptitud
y de las heridas.
Hasta que me quiten el yeso
falta todavía un largo mes.

*

Mi amigo, el Pablo
me llamó por teléfono.
Ya sabe algo
de mi oscura obsesión
y me desaprueba.
Me trajo un álbum
de bellas coyotas desnudas
que yo miré por cortesía,
fingiendo atención.
El se quedó más tranquilo
y yo jugué a ocultar
esta extraña fascinación
y caída
por lo imposible.

*

Ahora las cosas han cambiado.
Gozo de popularidad entre la gente.
Me entero que se ríen
a más no poder
de mis intentos
por alcanzar la cima del amor.
Mientras tanto
preparo una trampa que no fallará!

*

Correcaminos:
si lees estos poemas
que hablan por mí,
préstame tu pañuelo
por un ratito.

*

Me he preparado una buena sopa
porque ha llegado el invierno 
y tengo frío.
La cuchara me pesa
y en mis labios, la misma
antigua palabra de amor
se desmorona.
Mañana será otro día.

*

A veces
creo que mi amigo
no quiere abandonar
el camino de este amor.


LA FUERZA
(Hernán La Greca, 2001)

Flecha Verde 

No tengo don, carezco de toda
habilidad, mi arte -se sabe-
es disciplina. Nada me ha tocado.
Del amor no obtuve sino el vano
trébol de la tierra; y del mar,
el caracol fallado.


No soy como los otros. Ni alado
ni dueño de esa fuerza que viene
no sé de dónde. Soy
arquero. Un vestido, un corazón,
una manzana. Mi arma atraviesa
las pequeñas cosas del mundo.


Soy el que al caer la tarde
se interna en el bosque encantado,
toca la áspera madera de los pinos y cruza,
con el frío acero de la flecha,
los nombres encerrados
en el corazón de la corteza.


Es de noche. Está todo oscuro. Mis flechas
han perdido el rumbo. Llevo
la última en la espalda. Tenso el arco, el canto
de la cuerda en el oído. No se oye nada. Sólo
las crujientes hojas del bosque, el batir
extraordinario de unas alas. Ya se ha ido. Ya
avanza por la noche, por el brillante día, la flecha
que no tiene blanco.


Dr. Freeze

Hago hablar a mi padre. Le pregunto
por el color del autito que arrastraba
a los siete miembros de la familia
atado con un hilo a sus espaldas
y que cada tanto volcaba
por las imperfecciones de la tierra.
Se detenía para levantar a los caídos 

o arreglar el vestidito de alguna hermana.
Pero no se acuerda, tampoco,
por qué me dejó
tan pequeño.


Lo ayudo a recordar. Le hago retroceder
hasta la espera del burgués
en los pasillos del hospital, interrumpida
por la urgente peregrinación de una camilla
y el entusiasmo aprendido de la partera.


Miento o también oculto. No le digo
lo que más odio de él. Cuando se hacía
tarde y debía quedarme a dormir en su casa
me despertaba en la mañana
para verlo afeitarse
apoyado en el marco de la puerta
hasta el momento en que, sin aviso,
retiraba la vista del espejo y
me miraba, inmóvil,
mitad hombre, mitad papá noel
como si le hubieran disparado
el rayo congelador. 


El Hombre Araña

Miro el deterioro de un secreto. La callada
delación del beso. Yo no quería eso. Yo quería un amor/
espléndido. Alguien a quien decir: tanto, siempre,
eternamente. También el cuerpo miente.

Un estudiante no llega a superhéroe
a no ser por accidente. Demasiado
tentar la suerte en el laboratorio.
El veneno, el líquido, el animal. Le pudo
haber pasado a cualquiera.

Lo que vino después ya se conoce:
el nuevo bautismo, la fama, la doble vida.
Todavía escucho la voz de la experiencia
primaria: “¿Nunca cortaste una lombriz?”
“¿No que Pedro tiene una araña pollito en su casa?
“¿Sabés cuánto vive una mariposa?”
… Decí”.

Para acostumbrarme a la fuerza
que una noche creció en mí
practico lucha libre. Tras el otro
combate, lo que mantiene la medalla
fija contra el pectoral
es sudor de ella y yo.

Llevo una existencia con visos
de normalidad. Si me hace falta salgo a caminar
por las paredes. Miro la noche, miro lo que miran
los otros, miro la luna. Subo, derivo
hasta dar con lo que busco. Cualquiera
olvida cerrar una cortina. Entonces
me detengo en la felicidad de un cuarto.
La mano en lo más alto
de la espina. Un movimiento suave
y uno brusco, un espectáculo de lujo
al borde de la cama. Ahora la luna
es una lámpara china.

Tengo los labios helados y ha comenzado
ha fallarme el lanzarredes. Tal vez ese amor radiante
tampoco llegue nunca. No me quejo. El aire
pasa suave entre las hojas. La noche esplende. Nadie/
tiene un traje como el mío.

LA MUJER MARAVILLA
a Cayetana Vidal


La ropa de gustar, la vincha, el cinturón,
los brazaletes, se los calza y sale
a repartir destellos por el país que quiso
convertirla en leyenda. Encantadora es.
Inapelable.

Nada de música o estrellas, nada
de campanas. Cuando ella pasa, el mundo
es una chica americana. Su belleza
se mide en la futilidad de un gesto:
como arma letal, un avión invisible.

Sufre por ser tan fuerte y no poder
perder un brazo, el corazón
en una balacera. Sufre
porque no ama, y es ése
el aire que le falta.

Sueño con tener un recuerdo junto a ella
por ejemplo: la experiencia de los dos
en el fotomatón. Como prueba inobjetable,
una historia de amor en cuatro cuadros
para llevar en el bolsillo
del corazón de la chaqueta.

Su mayor certeza no la obtiene
de la verdad del lazo. Lo que importa
lo sabe por lo que lleva
perdido.

No cuenta lo que haga, en la lucha
o recostada en un sillón, todo el tiempo,
parece que su traje va a ceder. No es la furia
de la carne suspendida, es el corazón
que late.

Agitada, la vedette se deja ver
después de la rutina. La boca,
el cuello, el pelo suelto. Está en todo
lo que digo, está en lo que todavía
espero.



GATÚBELA


Yo me acuerdo de los hermosos días, de su andar
y de la música del látigo, cuando el látigo tenía
mala fama. Apenas se la oía, susurraba. Y yo
veía siempre en esos labios
la forma del beso.

Yo me acuerdo del estruendo de mirarla
de rodillas sobre un hombre y suspirar
un plan, solamente con los ojos. Ante mí,
una flor salvaje en un lujoso estuche
de cuero negro.

¿De dónde salía esa mujer que al calor
del mediodía, con el héroe a punto
de quedar duplicado a dos mitades
por la dentada rueda de platino,
hacía olvidar la sierra
y los villanos?

Aunque no he vuelto a verla más
que en algún documental sobre su ex
compañero de trabajo, una mujer hubo en mi vida
que hizo las veces de ella. Con un pie en la mesa
ratona, una S/M de entre casa con pulóver
cuello ve.

No tengo nada que decir. Nada más para dar
testimonio. He contado todo: lo que vi y lo que no
viví -la belleza, la fuerza de su abrazo. Aún hoy,
cuando todo es negro, cuando un agua
espesa baja de las flores, de noche, yo
me acuerdo.


EL HOMBRE DE LA ATLÁNTIDA


Es de día y hace mucho calor. El mundo
es un tesoro escondido tras el vidrio
nublado de la antiparra. No hay buzos,
no hay corales, no hay barcos hundidos. Apenas
una flora inapreciable sobre un fondo azul
celeste. La rejilla, una boca sepulta a tres metros
de profundidad. El tronco solo, flotante,
como un árbol caído. La única corriente
es el chorro que sale de costado. Nado.

Alguien más nada en el andarivel de al lado.
Una sirena y su bikini tras una muralla china
de plástico naranja. Así es mi amor
-pensé- así sus muslos, así
la boca.

A un costado, uno sobre otro,
los trajes de baño. El sol brilla
sobre la montaña más pequeña.

Tras el objetivo, yo; ella cruzando de lado
a lado el fotograma. Ah, qué felicidad
verla aparecer por el defectuoso
visor de la descartable. Todo lo que deseaba
en un rectángulo de cuatro por tres. Entonces
la seguía desde el borde, la miraba pasar
aumentada por el líquido.
Finalmente contenía el aire y
disparaba. El cuerpo fracturado
bajo los pliegues del agua. El corazón
alto, como un spinnaker.

Ahora el andarivel es una guirnalda
inútil. Nada que desborde, nadie
a quien separar. El sol ha comenzado
su descenso. Voy, vengo. Nado
como antes. No sé si viviré
cuando salga del agua.

MI JUVENTUD UNIDA
(Mariano Blatt)

Una galaxia llamada Ramón
La otra vuelta Ramoncito le puso un yuyo al mate
eran como las 10 de la mañá
cosa q nos empezamos a reír y mirar re bien
entonces Ramo dice
eh, rubio
vamo a agarrar la motito
y por el camino de tierra q es barro
le damos hasta el cruce con la ruta
ahí zas le damos derecho q yo conozco un campo
vos llevá el mate allá hay más yuyo
cosa que cuando yo iba atrás en la moto
re agarrado a Ramo que silbaba
pero clá el viento ni escuchar me dejaba
así que en una que desacelera un toque
para evitar el barro loco
le digo Ramo no silbé
Ramo cantá
entonces Ramoncito medio que se saca la remera
con una mano
y con la otra maneja la moto
habilidad
(yo con las dos me abrazaba a Ramoncito
y me picaba la nariz porque el pelo se volaba re bien)
cosa que me pasa la remera y me dice
teneme rubio
soy castaño, Ramo, le digo
sos hermoso, me dice
cosa que llegamos y Ramo recolecta unos yuyos
son los yuyos mágicos
me dice
los yuyos santiago del estero
le pone unos al mate y me pone unos en la boca
que a medida que se van disolviendo
me hacen la locura más linda de Argentina
onda cierro los ojos los abro
y está Ramo en cuero
cierro los ojos los abro
está Ramo con la camisa abierta
cierro los ojos los abro
Ramo con la boca gigante
cierro abro
Ramo bailando
cierro abro
Ramo trepado a un árbol
cierro abro
Ramo en casa me dice te quiero
cierro abro
Ramo baila
cierro
Ramo con rulos
abro
Ramo maneja un tren
cierro uno el otro lo tengo abierto
Ramo me dice ¿qué guiñás, rubio,
gustás?
Ramón, le digo
el mundo gusta de vos
esa vaca
gusta de vos el yuyo
la moto el camino y el barro
todo el pueblo
yo pregunté
gusta de vos
dios gustaba tanto de vos
que desapareció
y bue ahí se inventó la poesía
el baile y la música
para que todos puedan gustar de vos
sin enfermarse la cabeza
el corazón la vida la boca
que la tenés re grande
el labio partido ¿quién te partió el labio, Ramo?
aprovecho para preguntar
nací así
me dice
una vez me pelié en la esquina del pueblo
pero gané yo
dice Ramo así medio mentiroso
entonces el yuyo santiago del estero
que tenía en la boca pero también tenía en el mate
nos hace reír mucho muchísimo
y Ramo me abraza me dice rubio
este abrazo va a quedar para siempre
de ahora en más cuando no te dé el cuero
vas a cerrar los ojos y vas a pensar
en el abrazo que te dio Ramo en el campo
y ahí zas vas a ver cómo el cuero te vuelve
para encarar cualquier cosa
lo más grande que te podés llevar
me dice Ramo
es la amistá y este abrazo re fuerte re loco
que te dio Ramoncito el pibe de rulos
que conociste en Santiago
que te dijo algo de unos yuyos y que te enseñó a bailar
arriba de la moto
arriba del tren
cierro abro
Ramo jugando a la pelota
cierro abro
Ramo es un yuyo gigante
hermoso, re loco
cierro abro
no quiero volver a cerrar
o quiero cerrar
y que esté Ramo
para siempre para la prehistoria
el prefuturo y los viajes
intergalácticos e interneuronas
viajes re profundos
que podés hacer para adentro tuyo hay un tronco muy viejo
salido de la laguna de un incendio
de otra época geológica otra época
intergaláctica
Ramón tengo el corazón muy chico
y vos sos muy grande, capaz por eso me duele
cosa que Ramo toma mate me mira y me dice
escuchá, rubio
el corazón tuyo es el más grande
como el de todos
cada uno tiene un mundo entero
adentro del corazón
más grande que dios
y más rápido que una moto
se llama vértigo de locura y amor
yo me llamo Ramón y me voy a quedar al lado tuyo
para siempre para que no llores
para que sonrías, rubio
cuando vos sonreís a Ramoncito también le pasan cosas
hoy a la mañana te cebé un mate
y le decía al agua que vertía del termo
escuchá, agua, este mate es para el rubio
que lo amo más que nada
hidratalo como nunca
así funciona feliz y locura de viento
en la moto silbaba un tema y vos me pediste que cante
y zas se me puso la piel de gallina dije el rubio es lo más grande
Ramoncito vos no te lo merecés
cosa que a todo esto yo estaba re enamorado
cosa que le doy un beso en la boca
cierro abro
Ramón en canoa
cierro abro
Ramón es cachorro
cierro abro
una galaxia llamada Ramón
cierro abro
viaje interneurona en un cohete llamado proteína
que gracias al agua bendecida
con que ceba Ramo
viaja re tranca por mi cuerpo mi cabeza
y el yuyo santiago
curaba corazones curaba vientos de locura
era conexión re bien sin interferencia porque en el campo
no había cables ni antenas
había un chico de rulos
Ramón
Ramoncito, de Santiago
un gusto buen viaje
buena suerte y buena víbora.

El Paraíso, el Espacio Exterior

El Paraíso,
el Espacio Exterior
un viaje en lancha por el Río de la Plata,
una charla confusa con un perro,
3 pibes caminando por el medio de la calle.
El olor de una panadería, de un porro y de después de coger en verano.
Una buena mesa en una pizzería. Un vaso de cerveza, un chico en cuero.
Un pibe con cara de drogado en el subte. Un ventilador de esos de pie 
que me tira aire a mí, a vos, a él, a vos, a mí de nuevo y así toda la tarde.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un camino entre árboles re altos, 
las siete de la mañana, 
una pila de libros, 
varios pibes jugando a la pelota en un descampado
y otros destrozados por la droga y por el amor, 
especialmente por el amor.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
una foto de una lugar abierto, 
el ruido que hacen las estrellas
y el que no nos dejan hacer.

Gente del otro lado del alambrado.
Los diferentes tipos de drogas que usamos para estar bien, 
el sol dándote de lleno en la parte de arriba de la cabeza.

El olor de una pileta techada
la luz en el vestuario de chicos, 
los chicos.

Un buen nadador, 
un chico del interior andando en motito de delivery.
un montoncito de yerba usada tirada atrás de un campo de deportes.
Un pibe con buzo de Tigre andando en bici por la plaza de Lobos.
Un campo de deportes a las cinco de la tarde.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un chico re lindo bailando re bien.
La luz de una estrella, 
la de muchas, 
un pibe extasiado mirándote de cerca a los ojos
y otro con cara de extasiado buscando perdido a su grupo de amigos.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un buzo de los Minessota Timberwolves.
El primer día de vacaciones de cuando tenías diecisiete y se te
marcaban los abdominales re bien.
El montoncito de mochilas en la playa, 
un pibe dándole la mano a otro.
El Paraíso
el Espacio Exterior, 
el olor de fumar porro los sábados a la tarde.

Una casa con las ventanas abiertas, 
las cerámicas frías de la cocina, 
una pileta en la parte de atrás.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
el viento dl Río de la Plata en la rambla de Montevideo, 
un pibe rubio de ojos negros haciendo juego consigo mismo
y la camiseta de Peñarol

El olor del barro seco entre los tapones del botín, 
el pantaloncito de fútbol manchado con pasto, 
una droga nueva re rica que viene en gotero.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
la sensación de empezar a estar muy drogado en una súper fiesta, 
una foto del campo a las cinco de la tarde, 
un amigo pasándote el brazo por atrás de la cintura para 
empezar a saltar juntos.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un chico en la cancha de Quilmes moviendo una bandera de palo de 
Argentinos.
Un jugador de fútbol bailándole cumbia al banderín del córner, 
un puente re largo de cruzar.
Gente saltando porque su equipo va ganando, 
un policía más chico que vos revisándote los bolsillos.

Quince micros parados al costado de la ruta a cincuenta kilómetros
de entrar a Córdoba,
unos pibitos que estuvieron tomando Fernet todo el viaje jodiendo a
unas vacas para matar el tiempo, 
un policía cordobés yéndolos a buscar.
Una foto desde el cielo, 
la hinchada visitante cantando mucho más fuerte que la local.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
la única forma de entrar a un lugar.

Un pueblo  de pocos habitantes 
un camión heladera llevando lácteos al almacén, 
los yogures, 
el chico que los descarga, 
un billete de dos pesos volando en el medio de cualquier lado.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
la terraza de un edificio, 
la parte más alta.
Una buena manera de empezar a bailar, 
saber que tenés más éxtasis en el bolsillo del pantalón.

una charla graciosa con un amigo, 
dos pibes hablando con los anteojos puestos, 
siete amigos bailando exactamente igual por un ratito, 
3 pibes caminando por el medio de la calle.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
una escalera que no termina nunca más
una amigo jugando al ajedrez contra la máquina,
un pibito que no entiende lo que está pasando.

La droga de los buenos, 
la de los mejores, 
la de los increíbles.

Una foto satelital de altísima resolución, 
un chico haciéndote una pregunta interesante.

Un abrazo re sincero.
Muchos recuerdos juntos que te hacen cosquillas en las piernas.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un chico con los ojos cerrados, 
unas zapatillas para saltar mejor.

Un perro de la misma raza que el chico que te gusta, 
una amigo hablándote del campo a las cinco de la tarde
y en el momento en que iba a escribir que tomaba mate
tomo mate.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un chico imitando el ruido del viento con la boca,
una esquina mal iluminada.
Dos pibes con capucha fumando porro.
Un poema que empieza y termina como vos querés .

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un chico que te lo jura por dios, 
una canción que viene con un sonidito increíble.

Un sueño re lindo, 
un momento agradable para estar en.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
saber que está todo bien.
Un chico con un tatuaje de Michael Jordan, 
una pastilla que te pone como superhéroe.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un pibe bailando re bien con las mejores zapatillas, 
un tema que te da ganas de vivir
y otro, que viene después, que te da ganas de vivir más arriba.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
un festejo de gol que no te vas a olvidar nunca más, 
los mejores chicos para estar enamorado de.

Un poema re fácil de escribir, 
un chico re lindo de ver sin remera, 
un arquero que achica bien en el mano a mano.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
la sonrisa de éxtasis más linda de la fiesta,
mucha gente levantando las manos al mismo tiempo.

Estar bien
estar re bien.
El árbol más alto del pueblo, 
un tema que te hace despegar.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
una carrera de acá a la esquina, 
una cosa que se me acaba de ocurrir, 
un poeta con la mirada puesta en.

El Paraíso
el Espacio Exterior, 
las cosas que nadie entiende.

Una re lancha que te lleva a mil lugares que querías conocer, 
media pastilla de éxtasis en el bolsillo de la campera que más te gusta, 
una cosa re interesante que te quería contar 
El Paraíso
el Espacio Exterior.