/0-Axioma/
Escribir es dar cuenta de un arrebato
pasional creando el espacio abierto para el lector a fin de que éste pueda
repetir el pinchazo afectivo. Y la escritura crítica no puede no ser
arrebatada- efímera y como adherida a la instanteneidad de su emergencia- pero
tampoco puede dejar de volver sobre sí- re/flexionar- porque en última
instancia ella misma es pasión y afecto trabajados con la organización estoica
que requiere dar con la letra y el concepto preciso y ajustado. Entusiasmarse,
querer decir algo, escribirlo, y en el momento de poner una palabra delante de
la otra encontrarse con baches, paradas, retrocesos, modos de la organización
pero firmemente guiados por el mismo impulso del origen: compartir una alegría
y multiplicarla.
Principios de una crítica feliz que no
deja nunca de ser escritura.
/1/
¿Cómo escribir ensayísticamente sobre
poesía? ¿Cómo ensayar éticamente la poesía? Hay muchas respuesta. Una- pero no
una entre otras en equivalencia indiferente, sino una modalidad rigurosamente
singular- es Tres estudios ( Beatriz Viterbo) de
Sergio Cueto.
Los ensayos pueden leerse como una
genealogía del presente- entendido como vulgarización y tumba del Ideal- que se
detiene en tres exemplus paradigmáticos- Dante, Baudelaire y Eliot- para ir exhibiendo
el desarrollo constitutivo de "lo que es", formulando de paso- y
ahí su ética- la pregunta poética por excelencia: ¿cuál es la exigencia inédita
que se inaugura ante la necesidad de escribir en este presente vulgar de ruinas
sin levantar ningún nuevo Ideal? ¿Cuál sería la poesía de lo irreparable? ¿Cómo
poetizar lo irreparable, en lo irreparable?
Como escribe Jorge Monteleone ( otra
respuesta clave a la pregunta por el ensayo sobre poesía): una ética de la
lectura que se vuelve una ética de la cultura(...)indagar en la forma estética
la posibilidad de leer las huellas de lo por venir y también aquello que huye
de la desidia y nos exige, en cambio, un rigor, un trabajo.
/2/
Terminando de leer Cuaderno de Lengua y
Literatura V, VI y VII ( Eterna Cadencia, 2013) de Mario Ortiz nos irrumpe la
paráfrasis crítica de la pregunta leninista: ¿Qué decir? Y no se trata de
una pregunta retórica; es, en cambio, el efecto material mismo de la lectura:
la alegría de querer continuar diciendo pero la necesidad de detenerse,
admitiendo al mismo tiempo ese deseo y la obligación de aprender a hablar de
nuevo. Uno no puedo simplemente afirmar "es muy bueno", porque eso es
relativo a una escala de valores desde la cual se puntúa, y es preciso para
ello que el libro se adapte al Conjunto( Poesía) como elemento del mismo. Pero
Ortiz puso a funcionar una máquina que, comenzando en los límites difusos de
"la poesía", ha cobrado una autonomía tal que es su propio conjunto:
cada cuaderno es un elemento de un Conjunto abierto que llamamos "Cuadernos de
Lengua y Literatura".
Diseñar una máquina literaria capaz de
conquistar una suerte de autodeterminación inmanente, ¿no es un delirio
megalómano en una época que reclama proyectos precarios y sin muchas
ambiciones? Sí, lo es; y este lector, cada lector, lo agradece, ahora devenido
un engranaje más en esta "verdadera tecnología de la imaginación"
que me ofrece, y nos ofrece, "una posibilidad imaginaria de sobrevida"
/3/
Papeles Falsos (Editorial Sexto Piso) de Valeria Luiselli es un artefacto que suelda piezas heterogéneas poniendo a andar una experiencia sólo emanada de la experimentación. Para dar una idea- aunque las singularidades aceptan malamente las comparaciones- es un cruce entre Orquídeas (Editorial Nudista) de Margarita García Robayo y Cuadernos de Lengua y Literatura V, VI y VII de Mario Ortiz:
pequeños núcleos narrativos que posibilitan la deriva y el encuentro azaroso
con detalles punzantes que activan una nueva observación- una mirada inédita
que no conoce la cosa sino que co/nace con ella- y conexiones entre fragmentos
de los saberes y discursos flotantes que nos obligan a desparramar nuestra
biblioteca, no tanto para entender más sino para armar figuras con los libros
en el suelo que, aunque no digan nada, hacen algo: trazos y cartografías
imaginarias que funcionan, y nada más.
Una etnología urbana ficticia, un
laboratorio de química discursiva dirigido por un niño: en suma, papeles falsos.
Porque- como decía D.- sólo la potencia de lo falso nos permite seguir creando.
Y es esta la primer ética que aquí propiciamos.
/4/
Ejercicio e(ste)tico-crítico: ver las
películas Blue Valentine, El amor, primera parte y Vida en pareja en continuado, como
una serie que podríamos bautizar Las temporalidades del des-amor.
Los tres films comienzan con una
ruptura: el presente de la imagen es el presente de una separación. Y todas
realizan un giro sobre las historias dirigiéndose al pasado de las personas
involucradas, y es esa la primera impugnación al "privilegio del presente";
como si al desamor absoluto no le correspondiera la dignidad de una historia,
como si la cámara supiera que "lo que es" carece de importancia si no
es para Dos.
Pero hay una segunda torsión que las
tres películas efectúan en su "regreso al pasado", cada una con
composiciones temporales singulares que dan cuenta de la inequivalencia de
cualquier historia de amor: el pasado no es la límpida secuencia que explicaría
el desasosiego del presente; el pasado se emancipa de ser un índice larvario
del momento en que las películas comienzan, y se apropian así de una autonomía
y una belleza que no cabe llamar de otro modo que no sea "una belleza
amable".
Y, de este modo, al terminar las tres
películas, descubrimos que el presente de una separación y un desamor absoluto
no importan, o importa tanto como cualquier cosa; que las películas nos
confiesan una verdad difícil de soportar: que no hay separaciones ni desamor
sino sólo encuentros que dan todo lo que pueden dar, y que luego se descomponen
en búsqueda de otros encuentros. Y que todo encuentro amoroso, por el hecho de ser en el tiempo- y no poder sostenerse en el acontecimiento intemporal del arrebato-,
es ya un des-encuentro; que todo abrazo convive con la lejanía; que toda
historia de amor es, al mismo tiempo, una historia de des-amor.
Y que nada podemos hacer con ello, más
que explorar y explotar esa aporía hasta el límite de lo soportable. Eso que, a
riesgo de no decir nada, llamamos amar.
Todas las críticas tuvieron su origen en posts de mi Facebook
al terminar de leer un libro o ver una película.
Javier Martínez Ramacciotti 24/05/2013
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